Se trató, “El Telégrafo Constitucional”, de un periódico particular de cuatro páginas y formato mediano, que circulaba cada jueves, esto es, una vez a la semana. En él se publicaban los estados mensuales de recaudación e inversión de las rentas públicas, todo lo referente al comercio, la entrada y salida de buques y otras noticias importantes de la misma clase. Además publicaba este medio, al decir de Emilio Rodríguez Demorizi, “artículos doctrinales en defensa de los derechos ciudadanos”.
La vida del “El Telégrafo Constitucional” fue bastante efímera. Su última edición salió a la luz pública el 26 de julio de 1821, cuando apenas había cumplido tres meses y veintiún días de fundado.
Circulaba cada domingo y se limitaba a comunicar las noticias más relevantes de España y a insertar algunos avisos. En este periódico, de satírica y política orientación, se publicaron los primeros anuncios comerciales de Santo Domingo, y fue también el órgano de difusión de las fábulas compuestas por su fundador. En relación con este género literario, Núñez de Cáceres no solo fue su iniciador y el más notable fabulista de la República Dominicana, sino uno de los más brillantes de la literatura hispanoamericana.
La vigencia de El Duende, también fue de corta duración. Saltó a la luz pública el 15 de abril de 1921 y dejó de existir el 15 de julio de este año.
Como se puede apreciar, tanto “El Telégrafo Constitucional” como “El Duende” eran semanarios, circulaban cada ocho días, no diariamente. Fue el periodista y escritor, César Nicolás Penson, a quien le cupo la gloria de haber fundado, en 1882, el primer diario dominicano: “El Telegrama”. Y como también se puede apreciar, quienes ejercían en esos primeros medios de información no necesariamente eran periodistas, sino ciudadanos vinculados al mundo político, literario y profesional.
¡Muchas felicidades! A todos los periodistas en su día; pero muy especialmente a aquellos que ejercen su oficio atados a las normas y principios que les traza la ética periodística. Y de manera muy particular, aquellos en cuyo ejercicio se han caracterizado por no vender sus palabras ni sus silencios.
El autor es profesor universitario de Lengua y Literatura
dcaba5@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario