domingo, 3 de mayo de 2020

El 2 de Mayo de 1961 el primer grito de libertad en R.D.


MOCA.- El 2 de Mayo de 1861, el valiente, luchador, guerrero y heroico pueblo de Moca, constituyó el escenario nacional donde se produjo el primer levantamiento armado del país en contra de la Anexión a España, motorizada por el general Pedro Santana, acción entreguista con la que el reconocido dictador hipotecara la soberanía nacional, hecho del cual se cumplen en esta ocasión 156 años de que fuera protagonizado por un grupo de aguerridos hijos de este pueblo, por demás, amantes de la democracia y la libertad.
A sólo 45 días de consumada la Anexión de nuestro territorio al imperio español, hecho efectuado el 18 de marzo de 1861, encontró en Moca el rechazo, repudio y la resistencia de un grupo de hombres con un elevado sentido patriótico, valor personal, nacionalismo y responsabilidad cívica. El levantamiento armado escenificado en el pueblo de Moca, se llevó a cabo en el mismo corazón de la ciudad, caracterizada además, por sus fértiles tierras, laboriosidad de sus moradores y vocación religiosa.
Los patriotas mocanos que encabezaron la acción armada en contra de la Anexión fueron José Contreras, Cayetano Germosén, José Inocencio Reyes, José María Rodríguez, todas personas decididas a defender la dignidad nacional, luchar por la libertad del pueblo y evitar que nuestra nación pasara, por segunda vez, a ser colonia de España, y bajo el grito de ¡Viva la República!, tomaron por asalto el cuartel general de la localidad.
La Batalla de Moca, gesta patriótica y libertaria, ideada, motorizada y protagonizada, por un colectivo de 45 hombres, provenientes de las mismas entrañas del pueblo humilde y trabajador, quienes en su mayoría eran agricultores procedentes de los campos cercanos a la comunidad, con escasos recursos económicos y poca formación académica o militar, pero dueños de un gran valor, espíritu patriótico, amor a la nación y decisión de lucha para salvar la nación.
Elías Jiménez, considerado el mayor tradicionalista mocano narra de forma cronológica los hechos que dieron origen a la gesta gloriosa de Moca, aquel 2 de mayo de 1861, afirmando que el 23 de marzo del mismo año, Don Bernardo Reyes, Ayudante general de Juan Suero, Comandante de Armas, lee en Moca el acta de incorporación de la República Dominicana a España, sustituyendo la bandera dominicana por la española, hecho que fue mal visto por los mocanos.
“La desazón invadió las mentes de los mocanos, al ver sustituida la insignia tricolor por la bandera roja y amarilla de la otrora potencia colonizadora”, expone el doctor Julio Jaime Julia en su libro Notas para la Historia de Moca, al referirse a la dimensión histórica de la batalla del 2 de mayo de 1861: “El sentimiento de la mayoría de los mocanos se expresó en el Coronel José Contreras al enterarse de la situación creada por Santana, le dice a una de sus nueras residentes en Juan Lopito”.
“No puedo comer, tengo un nudo en la garganta”, encaminandose de inmediato y dando inicio a lo que fue esta contienda histórica, que llena de gloria nacional a la ciudad de Moca, señalando, además, que entre los primeros mocanos que se sumaron a la causa revolucionaria, junto con el héroe principal José Contreras fue Antonio Passicá, descrito como un hombre Gigante de recia contextura y color de ébano, afirmando en su libro que este señor: “Parecía un Dios negro con su guerrilla de fuerte azul, huele a manigua, a selva, a tronco añoso”.
Al cumplirse en esta fecha el 159 aniversario de la Gesta Gloriosa de Moca, por la importancia de este hecho en la vida nacional, ya que se convirtió en la chispa de inspiración que despertó la conciencia nacional e inspiró a otros pueblos del territorio nacional a levantarse contra la anexión a España, hasta culminar con la gran obra de la Restauración Nacional, aquella fecha gloriosa del 16 de Agosto de 1863, con el Grito de Capotillo que proclamó la Guerra de la Restauración Nacional.
Por la trascendencia del hecho ocurrido en Moca el 2 de mayo de 1861, destacados líderes locales consideran que fecha debe tener una mayor trascendencia y valoración nacional, entre los que piden una mayor importancia nacional para el 2 de mayo de 1861, están el doctor Ángel López, honorable alcalde de Moca y el historiador, abogado y escritor de Moca, doctor José Abigail Cruz Infante.
Les compartop para su conocimiento,  el artículo anexos del compañero, amigo y hermano , el Dr. Santiago Castro Ventura, pasado presidente del Colegio Médico Dominicano: :
LA GUERRA MUNDIAL VIROLOGICA

La humanidad ha sido estremecida con dos guerras mundiales de tristes secuelas mortuorias, que han dejado signada su impronta catastrófica en los anales de la historia. Siempre se ha mantenido la expectativa de una tercera contienda ecuménica, se pensó en una coyuntura de esa naturaleza con la guerra de Vietnam, luego regresó la preocupación con la invasión a Irak. Este año bisiesto 2020, desde sus primeros días acarreó presagios nocivos en torno a una guerra de gran magnitud, que por suerte se disipó. Sin esperarlo, de repente a nivel global se ha presentado una embarazosa conflagración, no originada por las tradicionales controversias de las potencias, ni por un ejército extraterrestre, sino de curiosas tropas terrestres de modo inverosímil invisibles, porque el ejército agresor ‹Covid-19› es un virus de RNA y estos son propios del mundo que vivimos, nunca algunos de ellos fue tan pretencioso tratando de  investirse de una asombrosa dosis de letalidad con alcance universal. Ni siquiera la peste cuando tenía la ventaja del escaso desarrollo de la medicina.

Podría argüirse que el virus ‹A H1N1› de la ‹influenza o gripe española› logró un alcance patógeno similar o mayor que el ‹Covid-19›, pero eso es difícil determinar. Precisamente esa pandemia tiene el nombre de ‹gripe española›, porque entre los países europeos más afectados en España fue que mejor pudo medirse su morbilidad y mortalidad, allí no había llegado la voracidad de la primera guerra mundial. En los países inmersos en la contienda, otras enfermedades clínicas reflejos indirectos de esas acciones podían confundir los porcentajes de las víctimas exactas de la ‹gripe española›.

Para fines no solo bioestadísticos, sino de impacto social la ‹gripe española› siempre tendrá la desventaja, pues competía contra otra enfermedad demoledora que era la primera guerra mundial. El ‹Covid-19› se ha apoderado de modo exclusivo de todo el escenario universal para realizar su inesperada escalada. Si contara con voz propia diría que es el gran ejército a vencer en esta atípica tercera contienda mundial, que ha puesto hasta hacer chistes crueles al mandatario del país más poderoso.

En una guerra se estiman las victorias de los ejércitos no solo por el terreno conquistado, sino por el terreno a retener. Por eso, las huestes de ‹Covid-19› pese a su extraordinario despliegue ofensivo están condenadas a ser derrotadas. Circunstancias reales de la estructura del RNA en variantes climáticas apuntan contra ese enemigo hercúleo y otra que es la mejor arma contra el agresor pero lamentablemente incomprendida, la de cercarlo con las cuarentenas. Sus medios de movilidad son muy limitados, para trasladarse tiene que refugiarse en las gargantas de los humanos, no es como el vector mosquito que tiene relativa autonomía de vuelo. Entonces, AISLAR al ‹Covid-19› constituye el armamento ideal para derrotarlo, que no pueda seguir usando de modo impune los vehículos humanos para desplazarse, ganar territorio y verter sus bombas venenosas.

De modo insólito, el incumplimiento con ese precepto vital de AISLAR al ‹Covid-19›  que tanto se ha cacareado, es que ha fortalecido su increíble avance arrollador. Aunque muchos sigan pretendiendo no entenderlo, es la realidad monda y lironda.

En nuestro medio, las dificultades en las medidas de cuarentena de modo lamentable no podemos segregarlas del ambiente político-electoral, principalmente por parte de las autoridades, responsables de la seguridad ciudadana. Un ejemplo elocuente es como se ha manejado el muy deplorable caso de Puerto Plata. Una larga e injustificada “procesión” que de modo inexplicable nunca fue detenida y luce se preparó un escenario que desembocara en escándalo sanitario, para luego realizar un gran escarceo “heroico-preventivo” en esa provincia. “Rapidez” que no asumieron las autoridades en el momento necesario para evitar la enfermedad se propagara en todo el país.

Estas conductas estimulan al descreimiento poblacional en las normas de combate a la enfermedad. Promueve que muchos ciudadanos con limitaciones educativas piensen que la epidemia es un “lio entre políticos”, y no acepten que el arma principal es la cuarentena.

Este grave dilema no se puede mezclar con política partidaria por ningún costado, sin importar el color partidario. Hay un peligroso rival auténtico y común el ‹Covid-19›, que se debe atacar por su flanco débil, y hasta ahora es aislarlo. No es un descubrimiento, se está predicando desde el primer día, que se consuma en sus dos o más semanas de escondite en el organismo que ha asaltado de modo secreto dando solo ligeros síntomas, pero que no pueda brincar a otro transporte humano para seguir propagándose. Ahí entra en función otra fase estelar, identificarlo en sus ocultas trincheras de las orofaringes humanas, algo que en nuestro medio ha sido muy limitado. Mientras más enemigos se ubiquen ocultos en las gargantas humanas con las pruebas diagnósticas, más se acorta su movilidad por la vía del aislamiento. El PCR y las pruebas rápidas son claves para que nadie de modo inadvertido transporte al enemigo.

Obviamente las identificaciones de los casos deben contar con el apoyo del equipo de combate, para evitar que las víctimas embestidas con síntomas claros no pierdan la batalla ante la agresiva patología.  Ahí entra la acción del ejército sanitario.

Este aspecto de arrinconar al ‹Covid-19› en sus escondites es el más arriesgado. Combatir cara a cara ante el nutrido tableteo viral de este peligroso enemigo, corresponde esa tarea al personal sanitario con sus armaduras de bio-protección muchas veces endebles. En la enconada jornada no pocos han quedado fuera de combate, como ocurre con los ejércitos regulares en las batallas.

En las guerras también se toman muy en cuenta las bajas entre los contendientes, las producidas a los soldados del ‹Covid-19› obviamente no se pueden computar, solo se sobreentienden  luego que un país o región ha sido liberado de sus influencias. Cuando esto ocurre nos imaginamos que millones de sus soldados fueron vencidos, principalmente por las armas más efectivas contra ellos la cuarentena que los acorrala evitando los contagios, y el aislamiento y tratamiento de los agredidos. La ciudad China de Wuhan es el ejemplo.

El saldo luctuoso de la segunda guerra mundial se ubica de 50 a 60 millones los muertos, pero el conflicto bélico se extendió por seis años, y esas defunciones eran de ambos bandos. Este apenas tiene cuatro meses y la Universidad Johns Hopkin monitorizando las bajas, las estima en más de tres millones de contagiados y 220.000 muertos de un solo bando, el de los humanos.

Las bajas del ejército humano han sido cuantiosas como es lo convencional en las guerras. Esta tiene algo muy particular que los soldados añosos no podemos participar, contrario a las guerras entre humanos. Es célebre la ocasión que en medio de una batalla en la Sabana de Guabatico, durante la Guerra Restauradora de 1863-65, Gregorio Luperón le ordenó a Vicente Celestino Duarte que se retirara porque estaba disparando muy cerca de las tropas anexionistas y era peligroso para su vida por su ancianidad, Vicente le respondió que no se retiraría porque el también tenía derecho a combatir.

  El ejército sanitario liderado por los médicos que combaten al enemigo a nivel ecuménico lo está haciendo con denuedo inigualable, sin temor al furioso acometer patógeno del ‹Covid-19›. Reiteramos, como en toda contienda la cuota luctuosa en el personal sanitario ha sido muy significativa, principalmente por el regateo de los Gobiernos a suplir de manera constante los materiales de bio-protección a aquellos que se enfrentan directamente al enemigo. La armadura del siglo XXI para los soldados sanitarios.

Las bajas del personal sanitario todavía no cuantificadas en su verdadera magnitud, son pavorosas. Se estima cerca de 50,000 los contagiados a nivel mundial. La mortalidad también ha sido alarmante con solo conocer que Italia ha reportado unos 150 médicos fallecidos, 74 en Guayaquil, le sigue un rosario aciago por doquier que sería prolijo enumerar. En nuestro medio más de 90 miembros del personal de salud han sido contagiados.

Se impone sin dudas mayor garantía directa en las armaduras de bio-protección  para los soldados sanitarios que luchan frente a frente al enemigo. Y para todos los demás ciudadanos del mundo, que entendamos de manera definitiva también estamos inmersos en la guerra y nuestro muy importante papel es coadyuvar a la manipulación con eficiencia del arma principal para aislar y vencer al enemigo: cuarentena, cuarentena y cuarentena.


Santiago Castro Ventura
     Médico-pediatra